martes, 7 de mayo de 2013

Percy Jackson. Nuesto último día juntos

AVISO DE SPOILER: esto es de el último día de Percy en el campamento hasta que Hera se lo llevo y lo dejó en la casa del lobo.

 ese día tocaba jugar una partida de capturar la bandera. Atenea, Hermes, Némesis e Hipnos se habían aliado conmigo formando el equipo azul y a mi me tocaba ser el guardián de la frontera. Otra vez.
Me coloqué en un árbol a las orillas del río y esperé a que los campistas que iban a coger la bandera del equipo contrario pasaran. Cuando el último ya se perdía entre los árboles me senté en la raíz del árbol, me concentré y alcé los brazos. Un enorme muro de agua creció del río impidiendo el  paso a cualquiera que intentara cruzarlo. Una vez que fue lo suficientemente ancho me recosté contra el tronco del árbol y saqué la bolsa de pipas de contrabando que los Stoll me habían conseguido. Pasé así por lo menos un cuarto de hora hasta que noté algo que me tocó el hombro, me giré para encontrarme solo con los árboles, aunque eso tampoco me sorprendió demasiado.
-Percy ¿qué estás haciendo?- Me sorprendió bastante que alguien tan inteligente como Annabeth no se hubiese dado cuenta todavía.
- Me parece obvio, listilla, que estoy vigilando la frontera.- después de decir la última palabra me comí otra pipa mientras observaba como Annabeth se quitaba su gorra de los Yankees. Sonrió y se inclinó para darme un breve beso antes de añadir (como no)
- Sesos de alga.-
Y aunque yo sabía que me lo decía con cariño no pude resistirme a añadir:
- Sabelotodo.-
Se sentó a mi lado y yo le case un brazo por los hombros hasta que vimos cascos azules al otro lado de nuestra muralla líquida. Nos levantamos y abrí un pequeño espacio lo suficientemente grande para que pudiesen pasar.
Uno de los hermanos de Annabeth pasó por ahí con la bandera roja y con cabeza de jabalí en la mano, que en cuanto hubo atravesado del todo la barrera se volvió plateada  y con un búho en el centro.
Dejé caer la barrera y todo el mundo estalló en vitoreos mientras que los del equipo rojo (sobretodo la cabaña de Ares)  me miraban como si quisiesen darme de comer al Peleo, el dragón que vigilaba el vellocino de oro. Pero, sinceramente no me importó demasiado. Todos nos fuimos a la hoguera a comer malvaviscos y cantar canciones de campamento dirigidas por la cabaña de Apolo.
Cuando ya se hizo tarde acompañé a Annabeth hasta su cabaña y la di un beso de buenas noches.
- Que duermas bien.- La dije
- Eso espero.- aunque lo dijo sonriendo.
Le apreté un poco la mano y después la solté para dirigirme a mi cabaña con una sonrisa.




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