Siento el sol en la cara y abro los ojos. Pestañeo unas
cuantas veces antes de adaptarme a la luz. Está amaneciendo y Edfú todavía
sigue dormido. Aparto sus brazos, que siguen rodeándome, y observo donde nos
encontramos. Entre que la última vez que me desperté era de noche y el estúpido
de mi compañero, no había podido fijarme el lugar donde estamos.
Un oasis.
Rodeándonos hay palmeras , el suelo está cubierto por una
verde capa de hierba y un poco mas allá hay un lago. Me levanto con mucho
cuidado, tratando de no despertar a Edfú. Hemos estado durmiendo directamente
encima de la hierba, aunque está nos ha proporcionado un apoyo más suave que es
que nos habría dado otra superficie.
Me dirijo hacia el lago, pasando junto a muchas palmeras y
plantas tropicales con coloridas flores. Llego a la orilla me quito las
sandalias y noto la arena entre mis dedos. Me sumerjo entera en el agua sin
quitarme la ropa. Me restriego la piel con las manos para intentar quitarme un
poco la suciedad, el polvo y la arena. Hago lo mismo con el vestido para
intentar limpiar la enorme mancha de sangre roja que ocupa todo el centro de la
tela, sin mucho éxito. Me paso los dedos por el pelo en un intento de
desenredarlo y cojo una pequeña y flexible hola de una de las plantas que crecen
en la orilla y me lo sujeto por detrás de la cabeza. Cuando termino me despego
el vestido ,que se me ha pegado al cuerpo, y me tumbo al Sol para secarme.
El Sol ya está más alto cuando noto a Edfú viniendo hacia mí
y sentándose a mi lado.
-Ra ya se alza en el cielo.-
Me giro para mirarle, sorprendida.
-¿En serio te crees es cuento sobre dioses?-
Él no parece enfadado, solo un poco divertido, como si se
estuviese riendo de un pequeño chiste que solo él entiende.
-¿Tú no?-
- Me parece una tontería.-
Mira hacia el Sol, con aire nostálgico, cuando dice:
-Ten un poco de fe.-
-¿En qué?- Sé que sueno desesperada, pero me da igual. Me lo
permito, estos momentos, para dejar salir mi frustración por la pérdida de
memoria en estas dos palabras, desahogándome.
-Ten fe en los dioses, en que nos protejan, en que lo
intenten.-
Su intención seguramente es sonar confiado, pero en su tono
hay un pequeño atisbo de duda que apenas tengo tiempo de percibir, pues
desaparece tan rápido como ha llegado.
Y es ahora cuando me doy cuenta de que el chico que me exige
tener fe, carece de ella.
Después de pasar un rato mirando la salida del Sol nos
levantamos y empaquetamos todas las pertenencias que tenemos en un saco que
Edfú se carga a la espalda. YO llevo en la mano un palo largo que he encontrado
en la orilla del lago. No sé porque, pero ya no estoy cansada ni fatigada, me
encuentro perfectamente, como si jamás me hubiesen apuñalado.
Andamos por el desierto toda la mañana. Por la posición del
Sol puedo suponer que son las dos de la tarde cuando nos detenemos a las
orillas de un río. No hay ningún rastro de vida salvo los cultivos, que pronto
será inundados por el Nilo. Mi ropa está húmeda por el sudor y me pican los
ojos a causa del Sol.
-¿Por qué hemos venido aquí?- Decir esto ya es un esfuerzo
para mi, estoy completamente agotada y sedienta.
Él al ver mi incomodidad me da una pequeña cantimplora de
pieles para beber. Intento beber poco a poco pero acabo vaciándola con ansia.
Se la devuelvo, un poco culpable por haber acabado con su agua. Él la mira, sin
ningúna expresión aparente en el rostro.
-Antes de dirigirnos al templo de m…- Para de hablar como si
se hubiese dado cuenta de que había dicho algo que no debía.- de Isis, debemos
hacer una parada en un templo algo… diferente.-
Lo miro, sin entender.
-¿Algo diferente? ¿Qué templo es?-
-Que templo es, no importa. Tú no vas a entrar.-Su cara es
seria y me mira a los ojos cuando habla, como si tratase de advertirme de algo.
Pero ¿Qué? ¿Algún peligro? ¿Acaso va a abandonarme aquí? Miro alrededor y
comprendo, estamos solos en las orillas del Nilo y los ojos añiles de Edfú
tienen el mismo brillo que el que tiene un ciervo cuando le sorprendes en medio
del bosque. Edfú en si a mi me parece peligroso, así que lo que debe haber aquí
debe ser grave. Por el rabillo del ojo le veo mirar con desconfianza el agua
del río.
-Vamos a Kom Ombo ¿No?-
Abre mucho los ojos por la sorpresa, seguramente no esperaba
que fuese lo suficientemente inteligente para saber nuestro destino. Para ser
sincera yo tampoco me esperaba saberlo, pero ha sido como si una diminuta
bombillita dentro de mí se encendiera.
-El tempo de Sobek ¿Por qué es malo?-
A la mente me vienen recuerdos de ese lugar, datos. Está
construido en honor a Sobek, el dios cocodrilo, aunque también hay una zona
dedicada a Horus. No se de donde aparecen estos datos, simplemente estaban ahí
y acabo de recordarlos, como si se me hubiese abierto una puerta dentro de mi
cabeza para acceder a ese pequeño recuerdo.
Edfú suspira, vencido, como si hubiese visto la
determinación en mis ojos.
-Sobek no es malo, es malvado.-
-¿Cómo vas a saber tú como es?-
-Por que le conozco.- Al instante después de terminar se
tapa la boca. No entiendo porque tanto secretismo si al fin y al cabo se supone
que va a llevarme a un sitio donde mágicamente me devolverán la memoria.
-¿Cómo vas tú a conocer a un dios?- Trato de no sonar
demasiado sarcástica con la palabra “dios” ¿De verdad puede creerse todos esos
cuentos?
Tarda un momento en responder y por eso sé que me está
mintiendo cuando dice:
-Conozco a algunos de sus sacerdotes principales.-
-¿Y si son tan increíblemente malvados cómo vamos a entrar?-
Parece realmente harto cuando, despacio, me responde:
-Yo. No. Nosotros.- Bocaliza mucho, como si fuese una niña
estúpida y no para de señalarme.- Tú. No. Vas. A. Entrar. Conmigo.-
Hago una floritura con las manos, meneo la cabeza y abro
mucho la boca al hablar cuando digo:
-Yo. Si. Que. Voy.-
Pone los ojos en blanco y comenta:
-La raza humana es demasiado cargante.-
-Cómo si tú no fueras humano.-
Las comisuras de sus labios se elevan levemente y sé que se
está aguantando las ganas de reír. Supongo que me habré puesto toda roja por el
enfado y tengo pelos de loca.
Una idea me pasa por la cabeza mientras él recupera la
espada de su cinturón.
-De acuerdo.-
-¿De acuerdo qué?-
-Me quedaré esperando fuera, pero no tardes demasiado. Estar
sola en la puerta de un templo dedicado a un dios con cabeza de cocodrilo y con
sacerdotes malvados no es exactamente mi plan de vacaciones ideal.-
Emite un sonido parecido a un bufido, lo que supongo que
significará que está de acuerdo.
Mientras andamos puedo ver por fin el templo del dios del
río. MI boca se abre por el asombro. Es una construcción gigantesca, con
grandes columnas con dibujos e inscripciones de colores vivos, dos cobras
acompañadas por el disco solar reposan encima de la superficie que las columnas
sujetan.
Llegamos a sus puertas y levanto la cabeza para contemplar
el capitel de las columnas, que imita a las flores de loto. Decoración demasiado
bonita para un sitio como este.
Edfú me deja al lado de un relieve en el que aparecen dos
hombres, uno con cabeza de halcón y otro con cabeza de cocodrilo no sin antes
haberme advertido como siete veces que no me mueva de aquí o me matarán. Este
chico es un rayo de Sol.
Cuando sus pasos ya no se oyen, entro en el templo.
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