miércoles, 31 de julio de 2013

Locura



El gigante sobre humano en el que se ha convertido Edfú no tiene problemas en acabar con todos los atracadores, aunque no hace falta, en cuanto lo ven salen corriendo, despavoridos. Noto la sangre palpitando con fuerza en cada centímetro de mi cuerpo y lo único que puedo pensar es:
No. No, por favor, él no. Es lo único que tengo, por favor él no.
Pero resulta demasiado obvio que la suerte no está precisamente de mi parte. Sigue delante de mí, imponente y aterrador.
Por mi mente solo corren pensamientos sobre él.
Horus.
El dios de la guerra.
El mismo que le rebanó la cabeza a su madre por una simple rabieta.
Y ahora ,me doy cuenta de que tengo miedo.
Cuando las figuras de los asaltantes son ya un simple borrón negro quién yo conocía como Edfú por fin se gira y me ve mirándole, con los ojos muy abiertos y húmedos. Se ha levantado un fuerte viento que me remueve el pelo y me lanza arena. Pero esa, ahora mismo, no es mi mayor preocupación.
La reacción de Edfú al verme tirada en la arena con los ojos como platos no es la que yo me esperaba. No parece enfadado, parece… Triste.
Si, triste es la palabra.
Y eso me enfurece. Él no tiene derecho a estar triste, me mira como si su mascota se acabase de escapar. Ya no siento miedo alguno. Ahora solo quiero salir huyendo de aquí y , de alguna manera, acabar yo sola mi viaje, me basta con que se aleje de mí lo más lejos que pueda.
Me levanto a trompicones y me alejo de él. Me ve, e intenta avanzar hacia mí y cogerme la mano pero yo sigo avanzando hacia atrás. HA vuelto a su aspecto humano, aunque preferiría que no lo hubiese hecho por que me resulta mucho más doloroso mi me mira de esa manera.
No puedo pensar con claridad y mucho menos formar una frase completa, solo alcanzo a decir:
-Tú…-
Intenta cogerme la mano otra vez, pero yo le aparto.
-Grace…-
Hecho a correr lo más rápido que puedo, con lágrimas en los ojos y gritando:
-¡ALEJATE DE MÍ, MONSTRUO!-
Corro todo lo deprisa que puedo para alejarme, y él ya no intenta alcanzarme.
Todo lo que tengo claro ahora es que los dioses existen  y ellos me han hecho esto, ellos me han quitado la memoria.
Y ellos me la van a devolver.



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Hace dos días que descubrí que el chico en el que confiaba era un dios. Hace dos días que tampoco como nada y bebo solo un tercio de litro al día de una cantimplora que llevaba colgada cuando me fui. Hace aproximadamente un día y medio que un estúpido pájaro no para dar vueltas encima de mí, como si estuviese esperando a que me muriese para poder comerse mis restos. Hace una hora que he decidido que si desciende un poco más lo mataré y me lo comeré
Me siento increíblemente sola.
Estoy en medio de la nada con la única compañía de un pájaro carroñero y una cantimplora a la que he decidido llamar Gladis..
También me siento como una loca.
Supongo que es lo que estoy empezando a ser, contando con que acabo de descubrir que los dioses existen y me tienen una manía especialmente mala.
Una enorme punzada de dolor me sacude entera, me pasa desde hace aproximadamente 12 horas. Dudo que tenga algo roto o que me duela realmente,  simplemente tengo hambre. Tengo un nudo en la garganta que me impide tragar con facilidad, aunque tampoco es que lo necesite, no consumo el líquido suficiente para poder producir saliva, con lo que tengo la boca igual de seca que el desierto que me rodea. Miro hacia arriba, el pájaro sigue ahí y me estoy poniendo completamente de los nervios.
Cuando no me quedan fuerzas caigo de rodillas al suelo y me desmayo a tiempo de ver una carabana de caballos con sus respectivos jinetes viniendo hacia mí.
Ya está- Pienso.- Me he vuelto completamente loca.

jueves, 11 de julio de 2013

Horus



-Por Geb, Grace, coge bien Khopesh. Como te he enseñado, que tampoco es tan difícil.-

-Lo dice aquí, el super soldado.-

-Grace…-

-Vale, vale.-

El Khopesh es el armatoste mas extraño que he cogido en mi vida. Podría ser una espada normal si no fuera por que tiene la hoja curva. Es la misma arma que Edfú usó contra los guardias de Bahari. Después de cuatro días de combate cuerpo a cuerpo, hoy por fin me ha dado un arma. Pero lo más complicado de Khopesh es la empuñadura, que también es curva y no se ajusta bien a la mano. Sigo sin entender por qué Edfú no se limita a usar una lanza o una espada normal  y recta.

-Grace.- Al ver que estoy algo distraída añade- ¡Grace! ¡Concéntrate!-

Pega una estocada y consigue quitarme el arma, que yo no había sujetado  correctamente.

Desesperado, grita:

-¡Vale, desisto. Eres imposible! ¡No sabes distinguir la izquierda de la derecha y ni siquiera puedes sujetar un arma!- Después suelta algo parecido a un rugido de desesperación.

-Yo también te quiero.- Digo en voz baja y con todo el sarcasmo que puedo.

-¿Qué?- Parece que mi comentario le ha desencajado por completo.

-¡Concéntrate, Edfú! ¡Que estás muy despistado!- Grito lo más fuerte que puedo. Aunque me cueste reconocerlo su comentario me ha dolido bastante. Intento esforzarme al máximo y él lo único que sabe hacer es echarme en cara que no consigo hacer nada bien. No todo el mundo puede ser tan extremadamente perfecto en todo lo que hace. Creo que es hora de que vaya comprendiéndolo.

Me giro, poniéndome de espaldas a él para que no vea las lágrimas de frustración que me bajan por las mejillas, aunque me temo que ya es demasiado tarde. En dos zancadas se coloca a mi lado y me pone una mano en el hombro. Yo me muevo, haciendo que su mano caiga.

-Déjame en paz.-

No me gusta que me vean llorar, sobre todo él que nunca muestra ninguna emoción, como si todo le resultase indiferente, como si nada le hiciese daño.

-Oye mira, lo siento ¿Vale? No pretendía ser tan duro contigo y…-

Es un intento de disculpa tan falso que estallo.

.¡ACASO NO SIENTES NADA? ¿DOLOR? ¿ALEGRÍA? ERES COMO UN ESTÚPIDO TROZO DE PIEDRA, EDFÚ. HACES TODO PERFECTO SIEMPRE, PERO NO TIENES SENTIMIENTOS.- Termino y me falta el aliento. Ya está, ya lo he  dicho. Me siento bien por haberlo dicho, liberada. Pero al mismo tiempo es como si me hubiesen añadido un peso al estómago.

Le miro, para ver el efecto que mis palabras han tenido sobre él. Me imaginaba un Edfú cabreado, uno divertido, uno un poco molesto, incluso uno compasivo. Me había imaginado de todo menos esto.

El Edfú que tengo delante parece haber envejecido, pero al mismo tiempo parece ser mucho más joven. Sus ojos brillan con desesperación mientras el sol los ilumina. Parece realmente desolado, como si acabase de ver su casa, con toda su familia dentro, arder. Su pelo está como si se acabase de haber levantado y su piel está tan pálida que sus labios parecen de un color entre rosa y rojo.

-Tengo sentimientos.- se tapa los ojos con las manos.- Más de los que debería.-Se aparta las manos de la cara pero sigue sin mirarme- Todos sentimos dolor, pero lo expresamos de forma diferente. Yo…- No termina la frase, pero le pega un puñetazo a una de las columnas de mármol del yacimiento donde estábamos entrenando hoy mientras suelta un fuerte grito de rabia

Le sale sangre de los nudillos y creo que se ha roto la mano. Corro hacia él y le envuelvo la mano herida con las mías.

-¡Edfú! ¿Por qué has hecho eso?- Digo mientras le reviso las manos en busca de más magulladuras, pero no encuentro ninguna. Que raro.

-Grace.- Él me está mirando, pero no es su mirada normal, el algo mucho más dulce- El otro día tenías razón. Pero yo sigo creyendo que lo bueno de esperar algo es que, mientras lo haces, puede aparecer algo que te haga cambiar de opinión.- Sonríe, pero no es su sonrisa estúpida y sarcástica de siempre, es una sonrisa amable y cariñosa, a pesar de todas las cosas horribles que acabo de decirle.- Y, Grace, quería decirte que yo t…-

Un gran ruido de cascos le interrumpe. Me tira al suelo y el aterriza después.

-¡Haz que estás dormida!-

-Pero que porras…- Pero aún así hago lo que me dice.

Unos segundos después los caballos llegan hasta nosotros, los jinetes se desmontan y empiezan a hurgar entre nuestras cosas, seguramente buscando algo de valor.

-¿Grace, me oyes?-

Pego un brinco, pero soy lo suficientemente sensata para mantener los ojos cerrados. Por que estoy segura de que lo que he oído es la voz de Edfú, pero no ha sonado en voz alta. Ha sonado en mi mente.

-Grace, si me oyes piensa una respuesta.-

Decido hacerle caso a la voz de mi cabeza y pienso:

-Me he vuelto loca ¿No? Se me ha ido el tarro.-

-Grace, esto es serio. Nos están asaltando y van armados, ya te explicaré esto más tarde.-

-No. Quiero saber ahora por que estás dentro de mi cabeza.-

Le oigo soltar un bufido en mi mente ¿Un bufido mental?  Y luego me contesta:

-Mi padre era sacerdote de Osiris y me enseñó a hablar a base de la mente ¿Contenta?-

No, no estoy contenta ¿Acaso no oye que nos están asaltando?

-Ahora te vas a quedar aquí quietecita mientras yo me ocupo de esto ¿Vale?-

-¿Para que me destripen como a un pescado?-

-Grace…-

-Vale, vale, quietecita sin hacer nada.-

-Exacto.-

Noto como se levanta y después de cinco segundos, yo le imito. Él no parece darse cuenta, aunque es normal estando dentro de un círculo de luz azul.

¿Espera, qué?

Caigo a la arena por la intensidad del halo que rodea a Edfú y observo como su cuerpo crece más de tres metros y la parte superior a sus hombros queda sustituida por la cabeza de un halcón.

El terror me paraliza, ni siquiera me molesto en fijarme en quien nos estaba robando, solo sé que debe de ser una caravana de hombres de por lo menos doce personas. No puedo moverme. Un torrente de imágenes acuden a mi mente, como si fuese un enorme río desbordado.

Edfú venciendo solo a los bandidos de Bahari, él me curó de una puñalada, en el templo no fue mi puñetazo lo que le dejó sin respiración sino la energía de Sobek. Y su nombre, debería haber caído en su nombre. Al templo de Horus también se le llama el templo de Edfú.

He estado ciega, completamente ciega.

Edfú no es humano.

Él es un dios.

viernes, 5 de julio de 2013

CAP 3 PROYECTO

CAPÍTULO 3- GABRIEL
Despierto en una sala que parece la habitación de una adolescente gótica. La chica cambia-cara y otra están hablando en voz baja. Parecen estar decidiendo si matarme o no. Intento incorporarme, pero estoy atado a la cama en la que me he despertado. El ruido de cadenas sobresalta a las dos chicas, que se vuelven hacia mí, sorprendidas. Son las dos demonios, aunque tengo mis dudas sobre si la cambia-caras es un demonio. Uno de verdad me habría matado y no me habría hecho prisionero. La otra sí que es un demonio, pero uno un poco suave. Quiero decir, un demonio malvado de verdad también me habría matado nada más verme. Pero esta rebosa desconfianza y la cambia-caras, sin embargo, solo curiosidad. La desconfiada tiene la piel morena y el pelo negro. Sus ojos verdes relucen con fuerza contrastando con su piel morena. Es alta y esbelta, aparte de bastante guapa. La cambia-caras es mona, pero no tan guapa como la desconfiada. Su pelo, castaño claro le cae por los hombros y oculta el nacimiento de sus alas. Su piel no es ni morena ni pálida, algo así como un punto intermedio. Pero, lo que más llama la atención de ella son sus ojos. Son entre amarillo y naranja, y no tiene la mirada de un demonio, ni de un ángel ni de un humano. Es como una mezcla de todos ellos. Mis pensamientos son interrumpidos por la desconfiada, que se acerca con expresión entre traviesa y divertida y dice:
-Bueno, guapo, ¿y cómo dices que te llamas?-iba a responderle que en realidad no le he dicho mi nombre, y que me deje en paz. Pero de pronto un terrible miedo se apodera de mí. Es miedo a la desconfiada. Miedo a que me haga algo terrible si no le digo la respuesta. Por supuesto, es un miedo completamente irracional y sin fundamento, pero aún así, contesto, de golpe:
-Gabriel.-la desconfiada hace un mohín, como si no le agradara mi nombre.
-Gabriel…puf… que largo. Te llamaré Gabi. ¿Te importa que te llame Gabi?-me da la sensación de que le importa un pimiento lo que yo opine sobre mi nuevo apodo, así que me callo.-Bueno, ya que se te ha trabado la lengua en tu gigantesco ego, te diré nuestros nombres: yo soy Grace- genial, pienso, así ya no tendré que llamarte “La Desconfiada”. Me servirá de mucha utilidad.-y ella es Ángela.-genial, ya no tendré que… un momento… ¡¿Ángela?! Esto ya es demasiado. Me da lo mismo el miedo que me infunda la desconf…Grace, esto es intolerable. Me levanto de un golpe, rompiendo las cadenas que me retenían el pecho pero no las de las muñecas, con los ojos entrecerrados mirando a “Ángela” con acusación. Ellas se sobresaltan, pero a mí me da igual, porque ya estoy gritando:
-¡¿Ángela?! ¡¿Pero qué clase de burla es esa?!-Ángela me mira, esta vez sí, con furia y me grita:
-¡Puedo llamarme como quiera! ¿De acuerdo? ¡Como quiera!-y acto seguido me pega una bofetada que podría mandarme a la superficie si no hubiese estado atado y dice-¡No sabes nada sobre mí! ¡No tienes derecho a opinar sobre mí nombre!-y se va hecha una furia, a fuera. Grace la sigue, no sin antes lanzarme una mirada asesina y insuflarme una buena ración más de miedo, que, a estas alturas, puedo suponer que es su capacidad. Una vez están las dos fuera de la habitación, respiro aliviado. Ya puedo usar mi capacidad para escapar. Despacio y en silencio, me disuelvo en humo y salgo a la superficie, al mundo de los humanos.

CAP 2 PROYECTO

CAPÍTULO 2- GABRIEL
Tenía que darme prisa. Si me habían encomendado una misión tenía que cumplirla. No iba a ser yo el primero en decepcionarlos. Acababa de entrar en el inframundo. Eso no estaba permitido para los de mi especie. Los ángeles no pueden ir por el inframundo, deben ir por el cielo. Y os presento, señoras y señores, mi doble personalidad. Me habían enviado al inframundo con una importante misión que cumplir. El jefe supremo (no nos han revelado su nombre) sufría otra de sus paranoias. Pensaba (otra vez) que los demonios (siempre ellos) volvían a conspirar contra él (obviamente, la raza angélica no cuenta, sólo conspiran contra él). Como veis, nuestro mandato está un poco chamuscado. Pero él es el más poderoso de la raza angélica y nadie se atrevería a debatirle el cargo. Obviamente los demonios no debían saber que al más poderoso de nosotros se le había ido la chola, porque entonces seríamos un blanco fácil, supuestamente. Si, los demonios también son un poco paranoicos. Bueno, el caso es que yo casi se lo suelto a un demonio que estaba prisionero por causar disturbios en una ciudad humana, y por eso estoy aquí ahora, en el único sitio en el que NO querría estar. Cuando me la encomendaron, me pareció muy injusto, a ver, ¡que sólo tengo 1128 años! Por supuesto, nuestro majareta líder no me escuchó. También pregunté que cómo iba a pasar por el inframundo sin que los demonios me apresaran. Dijeron que tendría que cubrirme las alas de carbón. ¡De carbón! Para nosotros, los ángeles, no exisistía mayor humillación, pero, obviamente, ellos volvieron a no escucharme. Voy muy rápido, quiero salir de aquí cuanto antes. Ya le diré al jefe supremo que no pude encontrar nada relevante. Y parece que mi deseo se va a cumplir cuando, de repente, casi atropello a un demonio. Fantástico. El demonio duda un momento, y parece que va a disculparse, pero rápidamente cambia de idea y grita:
-¡TEN MÁS CUIDADO, CHAVAL, QUE TENÍA PREFERENCIA!-obviamente, eso es ridículo, pero opto por no decirlo, ya que sé que estoy en presencia de un demonio y no quiero morir. Soy demasiado joven. Mi mente piensa rápido en una respuesta ofensiva para poder pasar por un demonio, pero entonces nuestras miradas se cruzan. Ella me mira de arriba abajo con interés, y yo hago lo mismo, porque, si un demonio hace eso y yo me estoy disfrazando de uno he de imitar su comportamiento. Pero ella o pasa de mi o no de ha dado cuenta de lo que estoy haciendo. Se detiene en mis ojos y los mira fijamente frunciendo el ceño. Yo me tenso. A lo mejor su capacidad es leer el pensamiento, lo que no me extrañaría nada ya que es muy común entre los demonios. Son unos cotillas. Sabe que soy un ángel, pero no parece adivinarlo por saber leer el pensamiento. Miro mis alas, por si acaso se ha ido el carbón, pero no es así, siguen completamente negras. Me vuelvo para mirarla otra vez. Me extraño con lo que delata su mirada. No delata odio, ni maldad, ni furia. Sólo sorpresa y un poco de curiosidad. Entonces sonríe con esa sonrisa de cocodrilo que sí es típica de los demonios y dice:
-¡Pero, mujer, por qué no has dicho que eras tú!-esta repentina exclamación me deja un poco desorientado, así que lo único que se me ocurre decir es:
- Uno: soy un chico. Y dos: ¿te conozco?
-Oh, por supuesto que sí me conoces. Yo soy tu peor pesadilla.-dice, y acto seguido su expresión traviesa cambia por completo y su cara se transforma brutalmente en la de un bicho feísimo con colmillos y se abalanza sobre mí a una velocidad que no creía posible, ni siquiera en un demonio.


CAP 1 PROYECTO

CAPÍTULO  1- ÁNGELA
Bueno, en realidad, según mis alas, soy un demonio. Pero yo no siento esos impulsos de maldad tan incontrolables que sienten los demás. Además, y a diferencia de todos los niños de mi edad que conozco, todavía no sé que “capacidad” tengo. Y de ahí que me marginen. Ahora mismo, de hecho, vuelo con aleteo seguro (lo siento ¿vale? Me apetecía decir alguna tontería) hacia Satanás, el que está ahora mismo a cargo del infierno y de la especie demoníaca en general y que es el único que podría saber lo que me pasa. Aunque, la verdad, este cargo suele cambiar de dueño cada dos semanas. Los demonios no somos criaturas muy ordenadas y nos aburrimos fácilmente. Y yo me incluyo. Además, aunque no sea (a lo mejor) un demonio, creo que esta manía es contagiosa. Ya sé que si Satanás estima que no soy un demonio me matará de inmediato, pero necesito respuestas: ¿Qué soy? ¿Por qué no tengo mi capacidad? ¿Quiénes son mis padres (no los conozco)?¿A qué saben las galletas saladas? Si, ¿vale? Eso también. En el inframundo no hay de eso y todavía no he obtenido ningún permiso para salir de él ni me han encomendado ninguna misión. Además, si Satanás estima que tiene que matarme y quiero escapar, no hay problema: está registrado que soy la más veloz del inframundo (sí, vale, por una competición de dudoso origen, pero yo tengo el récord). Bueno, continúo. Que iba yo volando con mi aleteo seguro, cuando de repente se me cruza una sombra. Por supuesto, tengo que fingir que soy arisca y antisocial y, aunque mi primer impulso haya sido pedir disculpas, grito:
-¡TEN MAS CUIDADO, CHAVAL, QUE TENÍA PREFERENCIA!-por supuesto, mientras uno va volando no hay ningún tipo de señal de preferencia, pero otro rasgo de los demonios es el sentido del humor. Pero cuando la sombra que se me ha cruzado me mira, se me quitan todas las ganas de hacer bromas. La sombra es un hombre, de ojos dorados y pelo negro (este sí que es una belleza exótica). Es alto y, aunque no muy musculoso, parece listo. No creo que tuviese alguna posibilidad de salir con vida en un enfrentamiento contra él, de no ser por mi increíble rapidez (ay, bueno, ya sé que suena a que soy un poco egocéntrica, pero solo tengo una virtud, y pienso sobreexplotarla). Sin embargo, y a pesar de todos los rasgos exóticos del chaval, lo único que me llama es su mirada. Es una mirada repleta de luz.
La mirada de un ángel.


jueves, 4 de julio de 2013

El verdadero Edfú



El resto de la semana tiene un ritmo muy monótono. Jeneret nos consiguió otra manta y pudimos dormir cada uno en nuestra cama. Yo me levantaba por la mañana e iba a desayunar con los demás, después le llevaba a Edfú su comida hasta que pudo levantarse y caminar. El efecto en el campamento fue inmediato, todos se apartaban para dejarle pasar al verlo. Yo sigo sin entender esto, me refiero, Edfú es imponente y aterrador muchas veces pero hay una gran cantidad de gente aquí que le  duplica en edad y aún así se apartan, como cachorrillos asustados. A mí todos me miran como si fuese una pequeña hormiga en comparación con ellos, cosa que supongo, es verdad. Todos son o han sido ladrones, incluso a los niños que han nacido aquí se les está enseñando a serlo.
Y por eso no me entristezco cuando Edfú decide que ya es hora de volver a emprender nuestro viaje. Recogemos todas nuestras pertenencias y Jeneret nos proporciona comida y agua para unos días. Una pequeña escolta nos lleva hasta la ciudad mas cercana, y allí se van. Nadie nos despide, tampoco lo encuentro raro, de todas maneras no conocíamos realmente a nadie.
Caminamos varias horas, escondiéndonos de vez en cuando de la guardia del faraón que patrulla por las calles. No entiendo demasiado por que lo hacemos pero Edfú insiste en que es necesario.


A los dos días de camino Edfú decide que tengo que entrenar y que si por casualidad vuelven a atacarnos no me quede quieta para (Palabras textuales) que me destripen como a un pescado mientras él hace todo el trabajo. Nos detenemos en un claro con ruinas de piedra que debieron pertenecer a la época prehistórica.
-En guardia.- Dice
Levanto una ceja, mirándole.
-No me has dado ningún arma.-
Su postura es relajada y su voz firme cuando dice:
-Pues claro que no, no quiero que te amputes un brazo.-Sonríe todavía más- Por ahora.
Decido ignorar su último comentario.
-¿Y como se supone que voy a ponerme en guardia si no tengo ningún arma?- Le replico
Pone los ojos en blanco y viene hacia mí.
-Tienes que aprender a ponerte en posición antes de empuñar un arma. Un pájaro tiene que aprender a extender las alas antes que a volar.-
-¿Me estás comparando con un pájaro?-
-Eso es lo que hago.-
-Eres increíble.-
-Me lo dicen mucho.- Cuando termina de decir esto, me guiña un ojo.
-Eres insufrible.-
-Eso también me lo dicen mucho.-
Empieza a indicarme en que posición ponerme y donde debe ir cada pie y cada mano hasta que considera que lo hago medianamente bien. Después entrenamos en combate cuerpo a cuerpo hasta que consigo pasar media hora sin que me tire al suelo.
Cuando terminamos me tumbo en la arena, sudando. Edfú parece que acabe de echarse una siesta, descansado y fresco como una rosa. Se tumba a mi lado y levanta la cabeza para ver las primeras estrellas. Llevamos varias horas entrenando y está anocheciendo.
Cuando mi respiración se vuelve normal de nuevo, le miro, decidida a preguntarle algo que me ha estado rondando por la cabeza desde que le conocí. Respiro hondo, me armo de valor y pregunto:
-Edfú ¿Cuántos años tienes?-
Gira su cabeza y esboza una triste sonrisa.
-Diecisiete.-
Me cuesta creerlo. Por su apariencia podría ser perfectamente un adolescente normal, pero en sus ojos hay una tristeza de alguien que ha vivido muchos años más. Nos quedamos en silencio un rato hasta que él lo rompe.
-Tienes unos ojos muy bonitos.-
Noto como la sangre me sube a las mejillas y aparto la vista.
-Son marrones, casi negros, no tienen nada especial.-
-Grace- Pronuncia mi nombre de una forma muy distinta a como lo hace normalmente y vuelvo a fijar mi mirada en él- El color no importa, lo que importa es lo que reflejan.
Me quedo sin aliento. No recuerdo nada de mi pasado, pero sí tengo claro que nunca nadie me había dicho nada parecido. Todo lo contrario, tengo un presentimiento de que no me trataban demasiado bien.
-Hey, no he dicho que tengas unos ojos preciosos para que ahora los llenes de lágrimas.- Me aparta una pequeña gotita salada de la mejilla y se levanta- Voy a buscar leña, ahora vuelvo.-
Me quedo mirando como se va, con la boca abierta. Definitivamente le ha debido de dar un golpe de calor para que haya dejado de mirarme como si tuviese una enfermedad contagiosa.
¿Es este el verdadero Edfú? ¿Le ha pasado algo para que sea así con todo el mundo?¿Por eso es tan triste? ¿Por eso parece tan solo?
Me prometo averiguarlo. Averiguar la fuente de su tristeza y ayudarle a eliminarla si es necesario.
Interrumpo mis pensamientos cuando él vuelve, cargado de madera para una hoguera. Empieza a frotar dos piedras hasta que saltan chispas y la leña arde.
-¿Estás mejor?- Su voz vuelve a ser áspera y ya no hay rastro del cariño de antes.
-Divina.- Gruño
Suelta una carcajada, como si mi comentario le hubiese hecho gracia. Que tío más raro.
Cocinamos un pequeño animal que Edfú ha cazado antes mientras buscaba leña y nos lo comemos. Después simplemente nos tumbamos esperando a quedarnos dormidos.
-Somos tan insignificantes ante la vida, que por más que la programemos en cualquier momento puede cambiarlo todo.-
No tengo ni idea de por que he soltado esto de repente. Simplemente lo he pensado y lo he dicho  pero parece que a Edfú le ha impresionado. Me mira con la boca ligeramente entreabierta.
-Eres una de las personas más listas con las que me he cruzado en todos estos años, Grace Black.- Acaba diciendo por fin.
Muevo la mano, como si estuviese intentando apartar su comentario y restarle importancia.
-Solo he dicho lo que me pasaba por la cabeza.-
Él vuelve a recostarse en la arena.
-Eso solo respalda lo que he dicho.-
Voy a contestarle algo, pero veo que ha cerrado los ojos y su pecho sube y baja regularmente, así que yo también me vuelvo a tumbar, con un par de metros que nos separan, y me doy cuenta de algo. Puede que en ocasiones se comporte como un idiota, pero me ha estado cuidando y se ha preocupado por mí cuando todos los demás me han ignorado. Puede que tenga una familia en el lugar de donde vengo, o puede que no, pero si hay algo que tengo claro es que en estos momentos no me importa.
Él es mi casa.

lunes, 1 de julio de 2013

Nueva historia

NOTA: Saludos desde Inglaterra!Esto es como el primer "capitulo" de un libro que una amiga mia y yo estamos haciendo. A lo mejor ponemos mas, a lo mejor no. Todo depende de si os gusta!


PRÓLOGO
Hola. Voy a ir directa al grano, que, por cierto, me ha salido uno enorme. En fin, vengo a hablaros de que existen los ángeles y los demonios. Lo sé porque soy uno de ellos. Últimamente siento como si no perteneciera a mi grupo, no siento lo mismo que ellos, y de eso he venido a hablaros. Sólo una chica me apoya. Se llama Grace. Es alta, tiene el pelo negro y la piel morena. Es bastante guapa, nada comparado conmigo. No soy fea, pero tampoco soy una belleza exótica. Bueno, los ángeles y los demonios tienen distintas… por llamarlas de alguna manera, capacidades. Algunos saben cambiar de aspecto (a cualquier aspecto), otros puedes hacerse invisibles… Todos tenemos alas y podemos hacer que desaparezcan. Eso, de hecho, es la única característica que tenemos en común. Nuestras alas son blancas los ángeles y negras los demonios (todo un galimatías). Preguntaréis, ¿cómo puedo saber si alguien es un demonio o un ángel si ha hecho desaparecer sus alas? Pues muy fácil, los demonios son extremadamente ariscos y antisociales y los ángeles son extremadamente amables y gentiles.
Mi nombre es Ángela. Raro nombre para un demonio, ¿eh? Ah, claro, que todavía no sabíais que era un demonio. Os he estropeado la sorpresa. Bueno, pues ya lo sabéis.