Llego al campamento cuando el
sol ya se está ocultando, pero está todo lleno de gente. La mayoría me saludan
al pasar, he estado viviendo aquí algunos meses así que la mayoría me conocen.
Voy andando por la calle principal y ,por el rabillo del ojo, puedo ver a Nuaj
y Ram intentando estafar a unos recién llegados para que se gasten su dinero en
sus trucos. A la izquierda, en la entrada de la armería, esta Jent , una niña
de Cinco años, jugando con unas muñecas de trapo que alguno de los mayores han
debido de conseguirla. Detrás de algunos puestos que hay donde venden comida y
ropa, está Reqa haciendo una competición de malabares con cuchillos contra un
tipo bastante grandote que no había visto antes pero que parece llevarse muy
bien con ella. Y luego le veo a él. Ahmes. No se le ve a menudo por el
campamento. Es como un fantasma. Aparece y desaparece. Está apoyado en una de
las muchas columnas que hay aquí que alguna vez pertenecieron a un templo. Al
verme pasar me sonríe de medio lado y yo le devuelvo la sonrisa mientras sigo
mi camino, aunque sé que su mirada sigue posada en mí. Sonrío para mis adentros
mientras aparto la sábana que cubre la entrada de la “oficina” de Jeneret. Ella
está sentada en frente de una mesa de madera algo vieja, escribiendo un papiro.
Muy pocas personas que no son escribas saben leer y/o escribir, Jeneret es una de
ellas, ya que su padre sí era un escriba y la enseñó cuando era pequeña, y yo
sé hacerlo por que mi madre me enseño a los diez años. Ella debe de estar
escribiéndole a los infiltrados en palacio. Cuando me oye entrar para de
escribir y me mira, mientras me sonríe dice:
-¡Grace!, ¿Qué haces aquí?-
Como respuesta le pongo la
bolsa con los collares en la mesa. Jeneret y yo hicimos un trato hace cosa de
tres meses, yo me quedaría las joyas que más me gustaban y el resto se las daba
a ellos para que las repartiesen entre la gente pobre.
Coge la bolsa y mira dentro.
Saca el amuleto de Horus y dice:
- Es bonito ¿No lo quieres?-
- No es precisamente de mi
agrado.-
Ella se encoge de hombros y
lo vuelve a meter en el saco.
- ¿Dónde has estado todo este
tiempo? Se te ha echado de menos.-
Me acusa ella.
-He estado ocupada.-
Por supuesto no voy a decirla
que lo que realmente he estado haciendo ha sido intentar vender mi amuleto del
ojo de Horus, aunque no haya nadie que haya querido comprarlo después de ver la
inscripción de detrás, por que según
ellos estaba “maldito”. En fin.
- Creo que deberías quedarte
unos días al menos, Grace.-
Jeneret ya no es la chica
alegre y jubilosa de hace dos años, ahora tiene ojeras casi todos los días y a
veces el estrés la hace parecer mucho más mayor de lo que realmente es.
Y como si así pretendiese
convencerme, añade:
- Y además también Ahmes ha
llegado hoy y se quedará durante un tiempo.-
- Ya lo he visto.-
Ella suspira, como si
estuviese tratando con una persona realmente estúpida.
- Deberías ir a hablar con él
y-
- ¡Jeneret!-
- Vale, vale.-
- Yo no tengo tiempo para
esas cosas, ya lo sabes.-
Ella pone los ojos en blanco
y contraataca.
- ¿Y qué me dices de ese
chico con el que viniste la primera vez? Parecías tener mucho tiempo para él-
Noto la sangre subiendo a mis
mejillas, y procuro estar mortalmente seria cuando la digo:
- Entre él y yo no pasó, pasa
ni pasará nada.-
Vuelve a suspirar y dice:
- Bueno, cariño, lo que tú
digas. Pero lo de quedarte va enserio, tienes que descansar.
Acepto a regañadientes y
salgo de la tienda para ir a montar la mía.
Cuando termino me reúno con
los demás alrededor de una gran fogata que encienden todas las noches, donde
cuentan sus hazañas mas nuevas y los robos más exquisitos que han cometido. Yo
tengo un cuchillo en la mano derecha y me estoy limpiando la arena de las uñas,
así que no les presto mucha atención hasta que oigo que Bess, uno de los
ancianos que se han instalado aquí después de “jubilarse”, dice:
- Y tú, Ahmes, ¿como te ha
ido últimamente?-
A Ahmes la respuesta le
sorprende, igual que a mí, él es un
chico reservado y misterioso que no suele compartir sus historias, y eso es lo
que le hace más interesante para todos, especialmente para las ladronas
adolescentes. Y no es solo la conducta de Ahmes, pero aunque este mal que yo lo diga, él es muy guapo. Tiene el
pelo del color de la arena de la playa y los ojos castaños con reflejos dorados,
lo que le hace aún más exótico. Aquí en el desierto, la mayoría tenemos el pelo
negro o muy oscuro, pero el suyo es casi rubio, y la mayoría también tenemos
los ojos oscuros, así que sus ojos claros realmente triunfan. Si Edfú estuviese
aquí, la gente caería rendida.
Sacudo la cabeza, no debo
pensar en Edfú, mucho menos en sus ojos.
Ahmes parece recuperarse de
la sorpresa y , con la luz de la hoguera provocando destellos dorados en sus
ojos, comienza su historia.
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