jueves, 21 de noviembre de 2013

te necesito



Intento echarme para atrás pero su mano apoyada en mi nuca (¿Cuándo la ha puesto ahí?) me empuja hacia él. Todo se mueve a cámara lenta y cuando sus labios están a punto de chocar contra los míos se cae para atrás y la arena le envuelve. Tardo unos segundos en darme cuenta de que lo que le ha tumbado ha sido un puño cerrado con fuerza. Un puño formado por largos dedos y una piel perfectamente bronceada que va pegada a un musculoso brazo.



Se me corta la respiración y me noto palidecer.



-¡Cómo vuelvas a ponerle un dedo encima sin su permiso te arrancaré los ojos y se los daré de comer a los buitres! ¿¡Me has entendido!?



Ahmes consigue levantarse de la arena y avanza hacia él con intención de pegarle pero Edfú simplemente le pega un rodillazo en la cara y lo deja inconsciente.



Entonces se gira, como si acabase de acordase de que estoy aquí. Parece quedarse sin nada que decir y eso es bastante inusual en él.



Mi estómago da un vuelco.



Parece un año o dos más mayor que la última vez que nos vimos pero por el resto sigue siendo el mismo. En sus ojos siguen habiendo dos noches que se están volviendo plateadas mientras el atardecer va avanzando.



-Grace…- Intenta decir



-¿Qué haces aquí, Horus?



La poca emoción de sus ojos  desaparece.



-Tú solías llamarme Edfú.



Tuerzo el gesto en una mueca de asco.



-Eso fue cuando no sabía quien eras realmente.



Ahora el indignado parece él.



-¿Y quién soy realmente, Grace?



Aprieto los puños y le respondo, furiosa:



-¡No me llames así!



No he usado ese nombre desde hace meses y  solo muy poca gente como Jeneret lo conoce, me niego a que él sea una de esas personas.



-¿Y como quieres que te llame?



Ahora vuelve a usar su estúpido tono arrogante de siempre. ¿Es que no entiende que quiero que se aleje de mí? ¿Que su presencia me hace daño?



-¡¿No quiero que me llames de ninguna manera?! ¡Lo único que quiero es que te alejes y me dejes en paz!



No espero su respuesta, me alejo todo lo que puedo campamento a dentro dispuesta a intentar dejarlo atrás. Hace dos años aprendí por las malas que no puedes enfrentarte a los dioses, tu única escapatoria es huir y esperar que no te encuentren. Pero al parecer ese no es mi caso por que enseguida noto el agarre de su mano en mi muñeca.



-¡Déjame en paz!



Sé que sueno como una niña pequeña malcriada pero no me importa, no me importa por que ahora todo lo que quiero es que se aleje de mí.



Edfú me hace girar para estar de cara a  él. Sus ojos ya están completamente de un tenue plateado, suspira y susurra:



-Por favor.



Inspiro aire y le aparto para seguir mi camino, pero le oigo decir detrás de mí:



-¡Te necesito!



Me quedo congelada en el sitio hasta que finalmente me veo capaz de decir lo que he tenido atascado en la garganta desde que lo he visto antes:



-¡PERO YO NO TE NECESITO A TI! ¡Eres el estúpido dios de la guerra, Horus! ¡Tú no necesitas a una maldita ladrona para seguir adelante!



De repente los dos nos estamos gritando mutuamente.



-¡Maldita sea, Grace! ¡Te necesito y no soy el único! ¡Todos te necesitamos, Egipto te necesita! ¡Tú eres mejor que esto!



-¡¿Si tan importante soy por qué no te molestarte en buscarme, en impedirme que me fuera?!



Decirlo me libera. Después de los tres meses que pasé en Philae aprendiendo y recordando lo único que podía pensar mientras estaba sola en las calles era en donde estaría él. Estuve convencida de que volvería, me convencí a mi misma de que sería capaz de perdonarle por lo que había hecho. Suena patético y lo sé, pobre chiquilla que todavía esperaba su final feliz.



También me doy cuenta de que estoy siendo una hipócrita y una egocéntrica al haber esperado esto, cuando fui yo la que se fue. Y a la larga prefiero haberlo hecho. Por eso no me alegra la idea de su regreso.



No me responde pero avanza hacia mí y me coge por las muñecas. Yo me muevo, liberándome y su mirada se vuelve dura, como si discutiera con una niña de cuatro años que no quiere irse a la cama, que es exactamente como me estoy comportando.



-¡Solo quiero que me dejes seguir con mi vida! ¡¿Es demasiado pedir?!



Edfú aprieta los puños y los baja hasta sus costados, frunce el ceño.



-¿Eso es lo que quieres, que me vaya y me olvide de ti?



Tiene el mismo tono de voz que aquel día en el que descubrí quien era. Parece triste.



Respiro hondo e intento parecer más fuerte de lo que realmente soy.



- Dentro de un tiempo yo olvidaré el color de tus ojos y tú habrás olvidado el mío.-



Me mira, con el ceño aún fruncido.



- Pero…



Suelto un pequeño gruñido. ¿De verdad no se da cuenta? ¿Cómo puede estar tan ciego? Finalmente, decido decírselo y que se aleje de mí (No sin antes hacer una broma sarcástica, claro)



- Mira.- Cierro los ojos, aspiro y espiro.- Tu me gustabas ¿vale? Y sinceramente no quiero volver a lo mism-



Seguiría explicando mis razones si los labios de Edfú no estuviesen sobre los míos.



Tardo un segundo en procesarlo y cuando lo hago me paralizo.



No puedo mover ni las manos ni las piernas, aunque estas me tiemblen un poco, solo sé que de algún modo tengo los ojos cerrados.



Es mucho más diferente a como sé que habría sido con Ahmes. Edfú tiene una mano posada suavemente en mi mejilla y no me presiona contra él obligándome a responder. También es muy diferente de cómo me había imaginado que sería con el propio Edfú.



Estoy tan concentrada en su mano en mi mejilla y sus labios sobre los míos que tardo en asimilar lo que está pasando, y cuando lo hago reúno las pocas neuronas que no están desmayadas de mi cabeza, le pongo las manos en el pecho y le empujo hacia atrás, lejos de mí.



Como debería ser.



¿No?




domingo, 10 de noviembre de 2013

Faraón



- Empezaré con una palabra- Ahmes sonríe de medio lado y juraría por los dioses que por lo menos un cuarto de su público suelta un suspiro.- Faraón.- Esa simple palabra hace que me incline hacia delante. La mayoría de nosotros ha cometido un gran robo pero solo unos pocos hemos podido robarle directamente al faraón.- Yo estaba en la calle robando tranquilamente como un buen ciudadano cuando ví a un soldado de la guardia solo. Amablemente le pedí prestado su uniforme y me fui a unirme a uno de los grupos que volvía a palacio.- Todos soltamos una pequeña risa. Tenemos bastante claro como Ahmes “pidió prestado” un uniforme.- Me colé en el palacio y robé algunas joyas y papiros.- Al decir papiros me mira con una mirada que claramente dice “luego hablamos”.- Y eso es todo.- Vuelve a sonreír de medio lado y sé que lo ha hecho completamente a propósito.
Puede que los más novatos no lo hayan entendido y se contenten con esta historia, pero a todos los demás nos ha dejado con la boca abierta.
No explica detalles, ni siquiera explica como consiguió salir del palacio y eso es lo más importante.
Alh, que está a mi derecha está a punto de abrir la boca para preguntar algo cuando Ahmes se levanta y se aleja del fuego. Inmediatamente los adultos empiezan a discutir.
- ¡Este chico siempre está igual!¡Solo cuenta la mitad de la historia y nunca llega a terminarla!-
-¡Jhek tiene razón!¡Qué los dioses nos asistan si ese muchacho nos cuenta alguna vez una historia completa!-
Todos empiezan a discutir y hay un par que piensan levantarse e ir a pedirle explicaciones, así que agarro del brazo a uno y le digo:
 -Dejadlo. Ya voy yo.- Pretendo poner un pequeño tono de amenaza en mi voz, que consigue su propósito cuando ambos se apartan y me dejan ir tras Ahmes.
La primera vez que estuve en el campamento todo el mundo me trataba como si no existiese, y los que sí me trataban como a una mascota, ahora podría pedirles que se arrodillaran e incluso el más hombre me obedecería. Supongo que me gusta la sensación.
De todos modos, entiendo a Ahmes. Que a todo el mundo le interese más tu historia que la suya propia es un poco agobiante.
Le alcanzo cuando se detiene detrás de un pequeño edificio donde se guardan las conservas y los bálsamos, siempre me ha gustado este lugar en concreto, lo único que hay delante es desierto. Ningún edificio, ningún guardia, ningún recuerdo.
Me siento a su lado y le observo de perfil, es guapo, bastante, y lo peor o mejor es que el es consciente de ello.
Él se gira para mirarme a la cara
-gracias por no dejar que uno de esos cuarentones bigotudos viniera a echarme la bronca.- Me agradece mientras sonríe de medio lado.
Yo suelto una carcajada ante su descripción de los ladrones veteranos y finjo estar horrorizada
-¡Por supuesto que no! ¡Podrían haberte cortado los dedos uno a uno!- Majt amenazó con hacerle esto a un novato hace unos dos meses cuando le llamó gordinflón.
Ahmes suelta una carcajada y acto seguido dice:
-Eres preciosa.-
Pego un pequeño brinco con la sorpresa, creyendo haber oído algo mal.
-He dicho que eres preciosa, sin duda alguna la chica más atractiva de todo el campamento.-
En vez de halagarme su cumplido me mosquea un poco. ¿Preciosa? No me habría molestado si no lo hubiese dicho como si yo fuese una esmeralda incrustada en un collar de oro.
Él ve mi expresión y rápido dice:
-Hey, ¿He dicho algo malo?-
Sacudo la cabeza, en un absurdo intento de tranquilizarme.
-No, estoy bien.-
Sonríe de medio lado, aunque ahora no me resulta tan atractiva.
-Menos mal, por que si no, no podría hacer esto.
Y se inclina para besarme.
Espera ¿Besarme?