- Empezaré con una palabra- Ahmes sonríe de medio lado y
juraría por los dioses que por lo menos un cuarto de su público suelta un
suspiro.- Faraón.- Esa simple palabra hace que me incline hacia delante. La
mayoría de nosotros ha cometido un gran robo pero solo unos pocos hemos podido
robarle directamente al faraón.- Yo estaba en la calle robando tranquilamente
como un buen ciudadano cuando ví a un soldado de la guardia solo. Amablemente
le pedí prestado su uniforme y me fui a unirme a uno de los grupos que volvía a
palacio.- Todos soltamos una pequeña risa. Tenemos bastante claro como Ahmes
“pidió prestado” un uniforme.- Me colé en el palacio y robé algunas joyas y
papiros.- Al decir papiros me mira con una mirada que claramente dice “luego
hablamos”.- Y eso es todo.- Vuelve a sonreír de medio lado y sé que lo ha hecho
completamente a propósito.
Puede que los más novatos no lo hayan entendido y se
contenten con esta historia, pero a todos los demás nos ha dejado con la boca
abierta.
No explica detalles, ni siquiera explica como consiguió
salir del palacio y eso es lo más importante.
Alh, que está a mi derecha está a punto de abrir la boca
para preguntar algo cuando Ahmes se levanta y se aleja del fuego.
Inmediatamente los adultos empiezan a discutir.
- ¡Este chico siempre está igual!¡Solo cuenta la mitad de la
historia y nunca llega a terminarla!-
-¡Jhek tiene razón!¡Qué los dioses nos asistan si ese
muchacho nos cuenta alguna vez una historia completa!-
Todos empiezan a discutir y hay un par que piensan levantarse
e ir a pedirle explicaciones, así que agarro del brazo a uno y le digo:
-Dejadlo. Ya voy yo.-
Pretendo poner un pequeño tono de amenaza en mi voz, que consigue su propósito
cuando ambos se apartan y me dejan ir tras Ahmes.
La primera vez que estuve en el campamento todo el mundo me
trataba como si no existiese, y los que sí me trataban como a una mascota,
ahora podría pedirles que se arrodillaran e incluso el más hombre me
obedecería. Supongo que me gusta la sensación.
De todos modos, entiendo a Ahmes. Que a todo el mundo le
interese más tu historia que la suya propia es un poco agobiante.
Le alcanzo cuando se detiene detrás de un pequeño edificio
donde se guardan las conservas y los bálsamos, siempre me ha gustado este lugar
en concreto, lo único que hay delante es desierto. Ningún edificio, ningún
guardia, ningún recuerdo.
Me siento a su lado y le observo de perfil, es guapo,
bastante, y lo peor o mejor es que el es consciente de ello.
Él se gira para mirarme a la cara
-gracias por no dejar que uno de esos cuarentones bigotudos
viniera a echarme la bronca.- Me agradece mientras sonríe de medio lado.
Yo suelto una carcajada ante su descripción de los ladrones
veteranos y finjo estar horrorizada
-¡Por supuesto que no! ¡Podrían haberte cortado los dedos
uno a uno!- Majt amenazó con hacerle esto a un novato hace unos dos meses
cuando le llamó gordinflón.
Ahmes suelta una carcajada y acto seguido dice:
-Eres preciosa.-
Pego un pequeño brinco con la sorpresa, creyendo haber oído
algo mal.
-He dicho que eres preciosa, sin duda alguna la chica más
atractiva de todo el campamento.-
En vez de halagarme su cumplido me mosquea un poco.
¿Preciosa? No me habría molestado si no lo hubiese dicho como si yo fuese una
esmeralda incrustada en un collar de oro.
Él ve mi expresión y rápido dice:
-Hey, ¿He dicho algo malo?-
Sacudo la cabeza, en un absurdo intento de tranquilizarme.
-No, estoy bien.-
Sonríe de medio lado, aunque ahora no me resulta tan
atractiva.
-Menos mal, por que si no, no podría hacer esto.
Y se inclina para besarme.
Espera ¿Besarme?
mola pero tu tampoco terminas la historia la has dejado a medias
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