domingo, 10 de noviembre de 2013

Faraón



- Empezaré con una palabra- Ahmes sonríe de medio lado y juraría por los dioses que por lo menos un cuarto de su público suelta un suspiro.- Faraón.- Esa simple palabra hace que me incline hacia delante. La mayoría de nosotros ha cometido un gran robo pero solo unos pocos hemos podido robarle directamente al faraón.- Yo estaba en la calle robando tranquilamente como un buen ciudadano cuando ví a un soldado de la guardia solo. Amablemente le pedí prestado su uniforme y me fui a unirme a uno de los grupos que volvía a palacio.- Todos soltamos una pequeña risa. Tenemos bastante claro como Ahmes “pidió prestado” un uniforme.- Me colé en el palacio y robé algunas joyas y papiros.- Al decir papiros me mira con una mirada que claramente dice “luego hablamos”.- Y eso es todo.- Vuelve a sonreír de medio lado y sé que lo ha hecho completamente a propósito.
Puede que los más novatos no lo hayan entendido y se contenten con esta historia, pero a todos los demás nos ha dejado con la boca abierta.
No explica detalles, ni siquiera explica como consiguió salir del palacio y eso es lo más importante.
Alh, que está a mi derecha está a punto de abrir la boca para preguntar algo cuando Ahmes se levanta y se aleja del fuego. Inmediatamente los adultos empiezan a discutir.
- ¡Este chico siempre está igual!¡Solo cuenta la mitad de la historia y nunca llega a terminarla!-
-¡Jhek tiene razón!¡Qué los dioses nos asistan si ese muchacho nos cuenta alguna vez una historia completa!-
Todos empiezan a discutir y hay un par que piensan levantarse e ir a pedirle explicaciones, así que agarro del brazo a uno y le digo:
 -Dejadlo. Ya voy yo.- Pretendo poner un pequeño tono de amenaza en mi voz, que consigue su propósito cuando ambos se apartan y me dejan ir tras Ahmes.
La primera vez que estuve en el campamento todo el mundo me trataba como si no existiese, y los que sí me trataban como a una mascota, ahora podría pedirles que se arrodillaran e incluso el más hombre me obedecería. Supongo que me gusta la sensación.
De todos modos, entiendo a Ahmes. Que a todo el mundo le interese más tu historia que la suya propia es un poco agobiante.
Le alcanzo cuando se detiene detrás de un pequeño edificio donde se guardan las conservas y los bálsamos, siempre me ha gustado este lugar en concreto, lo único que hay delante es desierto. Ningún edificio, ningún guardia, ningún recuerdo.
Me siento a su lado y le observo de perfil, es guapo, bastante, y lo peor o mejor es que el es consciente de ello.
Él se gira para mirarme a la cara
-gracias por no dejar que uno de esos cuarentones bigotudos viniera a echarme la bronca.- Me agradece mientras sonríe de medio lado.
Yo suelto una carcajada ante su descripción de los ladrones veteranos y finjo estar horrorizada
-¡Por supuesto que no! ¡Podrían haberte cortado los dedos uno a uno!- Majt amenazó con hacerle esto a un novato hace unos dos meses cuando le llamó gordinflón.
Ahmes suelta una carcajada y acto seguido dice:
-Eres preciosa.-
Pego un pequeño brinco con la sorpresa, creyendo haber oído algo mal.
-He dicho que eres preciosa, sin duda alguna la chica más atractiva de todo el campamento.-
En vez de halagarme su cumplido me mosquea un poco. ¿Preciosa? No me habría molestado si no lo hubiese dicho como si yo fuese una esmeralda incrustada en un collar de oro.
Él ve mi expresión y rápido dice:
-Hey, ¿He dicho algo malo?-
Sacudo la cabeza, en un absurdo intento de tranquilizarme.
-No, estoy bien.-
Sonríe de medio lado, aunque ahora no me resulta tan atractiva.
-Menos mal, por que si no, no podría hacer esto.
Y se inclina para besarme.
Espera ¿Besarme?

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